domingo, 14 de septiembre de 2008

23



El ser temblaba, y su extraña cara se retorcía en un gran esfuerzo que Cruz no parecía comprender. Miró a los lados. Los otros cabezudos, que en total sumaban seis, parecieron concentrarse. Y, de pronto, la intranquilidad de Cruz desapareció. De algún modo, el ser emanaba tranquilidad, y una cierta curiosidad. Cruz bajó el arma. ¿Qué estaba pasando?
Sudado, el cabezudo dejó de hacer fuerza. Se acercó aún más, pero Cruz no hizo nada por impedirselo. Levantó la gorra del viajero dimensional y le pasó las manos por la cabeza. Sintió el tacto en el pelo, que era como el de la carne cruda acabada de salir de la nevera. La pistola ya no apuntaba a ninguna parte. Esos seres desprendían algo que le estaba haciendo olvidar la escena del parque, el asesinato brutal, el estar perdido lejos de casa, el miedo en el saloon, las fauces del tiranosaurio, su amigo, el periodista, que se había reido del trabajo de su vida, su padre... Pudo ver lo al límite que lo había llevado su experiencia de dimensión en dimensión, como el estrés y la soledad le habían empezado a enloquecer y cómo había sido incapaz de darse cuenta. Pero ese ser que restregaba las manos por la cabeza, que le acababa de pellizcar la nariz con sus dedos fríos de pollo deshuesado, que observaba con atención infinita sus ojos azules con los pequeños ojitos verdes que se perdían en su cara colosal, ese ser le había traído paz interior.
Habló, con excitación, a sus compañeros cabezudos. Se miraron entre sí y se acercaron a Cruz, sin la osadía del de la cabeza mayor pero con evidente interés.
El ser le cogió un brazo y lo torció con suavidad, hasta el máximoque le permitía la articulación. Lo soltó, pensativo.
Dijo algo más a sus colegas en una lengua que le sonaba vagamente familiar pero que no conocía. ¿Ruso, quizás? Puso de nuevo la gorra en la cabeza de Cruz y, con una sonrisa, le habló.
- Будут вами?
No, no tenía ni idea de qué le decía.
-Lo... lo siento, no hablo ese idoma...
El ser miró a sus compañeros con excitación. Empezó a pronunciar una frase y la voz le vibró mientras cambiaba de lengua, como una radio cuando se cambia rapidamente de dial.
-Ahora sí que nos entenderemos-dijo el ser, al fin.

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