domingo, 14 de septiembre de 2008

47



Transitaron por multitud de túneles hasta que, sin previo aviso, salieron a la cegadora luz de la superficie, desde el interior de un buzón.
-¿Qué ha pasado ahí dentro? -Preguntó Cruz cuando se apearon en una acera desierta- No... no entiendo nada...
El pensador puso su fría mano sobre el hombro de Cruz.
-Esteban. -Solemne, clavó su mirada verde en los ojos azules del científico- Algún el Pensador estaba poco convencido de que yo tuviera razón sobre ti. Pero la reina me ha confirmado lo que yo ya sabía. Eres el Pensador que ha olvidado que lo es. Y no uno cualquiera.
-Pero... -Su cuidador lo interrumpió, con un gesto. Había empezado a percibir su confusión mezclada con cierta rabia ante su insistencia.
-No, déjame hablar. Ya has visto cuantos individuos formamos el reino. La gran masa de Pipas, los pocos el Pensador, la Reina...
-Sí, pero...
-Hay otros reinos, con sus el Pensador y sus Pipas, y su Rey o Reina. -Escupió al hablar de estos últimos.- Pero pueden perderse si sobreviven a su Reino...
Cruz ni siquiera pudo decir “Pero...” antes de que lo interrumpiera.
-Y entonces les pasa lo que a tí. Lentamente olvidan su pasado y adoptan una forma, habitos y costumbres extraños, inventando falsos recuerdos.
-¡Yo no soy un Pensador!
-Cuando veas lo que te enseñaré, quizás recuerdes la verdad. Pero será duro. No eres un Perdido normal y corriente. Eres un Perdido Primigenio.
-¿Un qué?
-Ya lo recordarás. Si no lo fueras, la Reina no te hubiese hecho el honor de darte un Pipa personal.
-¿Un qué? -se repitió Cruz.
Mentalmente, el Pensador ordenó al Pipa neonato que se acercara. Al salir a la calle, pese a que esa zona de la ciudad estaba deshabitada, el que acompañaba al Pensador había adoptado forma humana, pero el otro parecía desorientado y solo había acertado en hacerse crecer un par de corbatas rojas y amarillas.
-Los Pipas son de todos el Pensador. Pero en casos especiales, la Reina asigna a uno a algún el Pensador, que es para su uso exclusivo.
-¿Este... Este Pipa es mio?
-Eso es. Este Pipa no podrá hacerte daño y te protegerá de todo mal y obedecerá tus órdenes.
-¿Siempre que ello no implique dañarme a mí?
-¡Eso es! ¡Empiezas a recordar!
En realidad, esos eran los protocolos teóricos que un conocido suyo, el doctor Lanning, pensaba necesarios para el funcionamiento seguro de robots inteligentes. Aunque, de pronto, una ide la atravesó la mente. ¿Lanning era un falso recuerdo para explicarse que supiera algo de este mundo?
Desechó rápidamente la posibilidad. Su pasado no podía ser un falso recuerdo.

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