domingo, 14 de septiembre de 2008

56



-¡Me llamo Pan! -dijo con alegría la voz asmática del recién bautizado Pipa.
-Sí. -Dijo Cruz con cara de satisfacción- Porque tu cara, redonda, marrón y crujiente, parece una barra de pan.
El Pensador arqueó sorprendido una de sus inexistentes cejas mientras el Pipa conductor regresaba a su tarea. Podía sentir el gérmen de algo en la mente de Cruz. Si antes había habido un palpitante cúmulo de negro desánimo, miedo y agresividad, que bañaba todos sus pensamientos, ahora esa masa de ideas temerosa se había calmado, durmiendo en lo más profundo de su mente. El perdido había aceptado su situación, ya no se sentía amenazado por un mundo extraño. Probablemente ese era el por qué de ese razonamiento tan pueril al darle nombre – ¿No era el pan algo que comían los Personajes? - pero que Esteban empezara a relajarse no podía ser síntoma de más que una cosa. Se estaba curando.
Sonrió, con su boca llena de dientes diminutos, mientras las agallas que eran su nariz se abrían y cerraban sonoramente, con su penetrate olor a pescado. Los ojos, de un color verde pálido y tan pequeños, como un piñón, que se perdían en la inmensidad de su cabeza, se volvieron hacia el sol. Dentro de poco, Esteban empezaría a recobrar la memoria.
El doctor Cruz observó el paisaje mientras empezaba a sudar. Estaban en un desierto, por lo que no era extraño que pudiera hacer calor, pero si en los desiertos las noches son frías, la que se estaba acabando en este desierto no lo había sido. Cruz se alegró de llevar una fresca, aunque hortera, camisa Hawaiana.
-Pensador. -Dijo Cruz después de un rato.- ¿Para qué llevamos todos esos hombres y mujeres muertos allí atrás?
-¿Hombres y mujeres? ¿Eso qué es?
-¿Como que qué es eso? Las mujeres... Los hombres son... -Cruz hinchó los músculos y puso mala cara, como los cadáveres masculinos del carro. Después hizo un gesto, meneando el índice entre las piernas- Ya sabes...
-Aaah. Ya comprendo. No solemos distinguir, los llamamos Personajes a secas. Pero en el Reino tenemos a un el Pensador que sí lo hace. ¿Reparaste en él? Tenía el cráneo cubierto de cicatrices como las tuyas. Él los llama “Protuberantes” y “Pechugonas”, pero es una distinción innecesaria, a mi parecer.
Cruz no pudo evitar reirse mientras el pensador lo acompañaba, riendo a su vez sin saber de qué. -¿De dónde has sacado lo de “Hombros” y eso, Esteban?
-Da igual... -Dio un trago de agua fresca- Pero, dime, ¿Por qué los llevamos?

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