domingo, 14 de septiembre de 2008

73



Cuando despertó la mañana siguiente, se encontró con el Pensador observandolo de cerca.
-Bu-buenos días...
-Esteban, levanta. Hoy vamos a poner en práctica lo último que me queda por probar...
No se quejó por la falta de ducha ni de desayuno porque recordaba la dolorosa recuperación que un grupo de pensadores habían sido capaces de provocar con sus poderes... Y no quería arriesgarse a dolorosas demostraciones de habilidades desconocidas por parte de su furibundo mentor. Se dejó arrastrar (o guiar, el Pensador no tenía bastante fuerza para obligarlo a moverse por mucho que tirara de su mano) hasta el exterior del piso.
-¿A donde vamos?
-Esteban. Este Pueblo no tiene el Pensador... así que lo que vamos a hacer es que tú inventes una historia.
-¿Qué?
-¡Ya me has oido!
Rodearon el montículo y se dirigieron hacia la destartalada cabaña, donde el Personaje miraba al infinito y el Pipa trepaba por la estructura inacabada.
-Pero yo no...
-¿Tu no qué?
-Para... las historias... para poder... ¿No necesito telepatía?
-Claro.
-¡Yo no tengo!
El Pensador seguía muy alterado, y no quedaba ni una pizca de la amabilidad de días anteriores en su comportamiento.
-No seas estúpido, Esteban. ¡Hace tiempo que estás recuperando tus habilidades mentales, por poco que te des cuenta!
-¡Eso no es verdad!
-Sí, hace días que te comunicas con tu Pipa sin darte cuenta.
-¡No me mientas, especie de globo sonda! ¡Te crees que soy imbecil solo porque, según tu, haya perdido la memoria! ¡A mi no me intentes engañar!
Cruz se dio cuenta de que gritaba.
-Lo siento, es que no he desayunado, y tener hambre me altera...
-Tienes comunicación telepática con tu Pipa.
Cruz iba a responder, enfadado por el poco caso que le había hecho a sus disculpas, cuando un dedo le tocó el hombro. Era Pan, que le traía un bidón de papilla.
-Pero...
-¿Ves?
-¡Ha sido una casualidad!
-Nada de eso, Esteban. ¿No es cierto?
A Pan le rebentaba tener que dar la razón al Pensador, pero asintió porque le parecía importante que Cruz lo supiera.
-Yo...
-Come, Esteban, y déjate de tonterías. Si todo funciona como es debido, no necesitarás comer nunca más.
Cruz chupó, obediente, pero pocos momentos después soltó el tubo.
-¡Espera, ya sé lo que ocurre!

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