domingo, 14 de septiembre de 2008

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Se sentó ante la mesa de la cocina, con uno de los libros de la estantería y un bolígrafo. Lo había empezado a usar para escribir sus ideas, tal como hacía normalmente con su libreta, que aún estaba en la máquina. Y como todos los libros etaban en blanco, disponía de papel en abundancia.
Había muchas frases y cálculos, todos dedicados a comprender donde estaba... Y la mayor parte, tachados. Parecía obvio que las dimensiones que había visitado respondían a géneros de ficción... O, bueno, quizás no tanto. Lo del samurai en el desierto lo había podido explicar, igual que los extraños dinosaurios y la ciudad futurista... Pero, ¿y esa especie de monstruos subterráneos en la dimensión pornográfica? Sabía que en ciertos subgéneros del porno había monstruos, pero eso no parecía funcionar como explicación. Y no era lo único que no cuadraba. ¿Cómo era posible que su traje de astronauta hubiese adquirido vida propia? ¿Y por qué le había robado la tienda de campaña?
Tampco se explicaba los extraños sueños. Y sus cálculos, lo unico que no acababa tachando de las páginas del libro, seguían diciendole que su máquina servía para ir entre dimensiones... Dimensiones que no estaban contenidas dentro de ninguna otra. Lo cual chocaba completamente con la realidad que estaba experimentando. ¿Debía seguir ciñendose a un esquema matemático teórico cuando la realidad le decía que no era valido? ¿Debía abandonarlo cuando ese mismo esquema le había permitido crear un método para viajar de una realidad a otra?
Cuando terminó el bocadillo, que no había podido comerse porque se había dormido antes de tener la oportunidad, dejo el libro sobre la mesa y se fue al baño, a relajarse. Limpieza y purificación completa, agua caliente para relajar los músculos, masajes en la sien y los brazos junto con otras técnicas que había aprendido para desfogarse y calmarse, algunas de su padre y otras de otras partes...
Pero los conocimientos acumulados a lo largo de toda su vida de estrés para conseguir relajarse le hicieron una mala pasada. Cuando se hubo secado y vestido, se sentó sobre la cama. El relax lo hizo caer dormido de nuevo.

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