domingo, 14 de septiembre de 2008

41



Cruz chupaba ávidamente el pequeño tubo transparente conectado a un bidón vacío, con el que lo habían alimetado mientras estaba en la cama, sorbiendo los últimos restos de papilla. Ya habían pasado unas horas, y aún pasarían muchas más, en que seguiría sorbiendo como loco o examinando su reflejo en el espejo destrozado.
Por fin había apartado los cristales rotos del suelo y se había decidido a afeitarse cuando oyó como la puerta del armario se abría.
-Esteban. Vamonos.
Cruz lo ignoró, pasándose la maquinilla por los oscuros pelos de la barba. No era demasiado habil, solía afeitarse con navaja. En el reflejo multiplicado que daba el fragmentado espejo, vio como el Pensador lo miraba, con gran atención.
-No... ¿No te duele?
Esteban respondió secamente. No.
-Sorprendente. Esos pelos son parte de tu cuerpo...
-Puedo cortarlos. Los pelos no duelen.
El pensador lo miró con una extraña expresión, mezcla de fascinación y pena.
-Pero es que no son pelos de verdad. En algun momento tu cuerpo empezó a imitarlos.
-¡¿Quieres dejar esa tontería?! -Se llevó la mano a la mejilla. Un pequeño corte. -¡No soy un Pensador!
Apretaba con fuerza el mango de la maquinilla.
-Siento tu resentimiento. Probé una maniobra arriesgada, pero funcionó. ¡De estar postrado en una cama con la cabeza hecha añicos y chupetando un tubito, has pasado a estar en perfectas condiciones! ¡Compensa unos pocos instantes de dolor!
-¡¿Instantes de dolor?! -Cruz ya lo miraba directamente, y no a su reflejo- ¡Mira como me habeis dejado la cara!
-Cuando recobres la memoria, tu cráneo se romperá de nuevo para adaptarse a su tamaño original. Sabiendo lo que te pierdes creyendo no ser El Pensador, implorarás una curación acelerada como esta, y quedarás repleto de marcas. ¿Qué importa un pequeño avance?
Si no hubiese sido por su determinación de no dejarse llevar por la rabia, lo habría degollado ahí mismo con el cuchillo escondido que había improvisado con los trozos de espejo. Repugnante pescado cabezudo. Pero no se dejaría llevar por el odio y el dolor.
-Ya he terminado. -dijo, aclarando la maquinilla.

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